¿Qué es la amigdalitis?

Las amígdalas son unas glándulas de color rosado y de forma oval que se encuentran en el fondo de la lengua. Forman parte de las defensas del organismo (nos protegen contra las enfermedades); en concreto, su función consiste en ayudar a luchar contra los gérmenes que entran en el cuerpo a través de la boca.
La amigdalitis es una enfermedad muy común en niños pequeños y en los de edad escolar. Consiste en la infección de las amídgalas como respuesta a una infección -las populares "anginas"-y puede estar causada por virus, bacterias u hongos.
En niños pequeños la amigdalitis suele estar producida por virus y se acompaña de cuadros catarrales. En estos casos, generalmente la infección se cura por sí sola. En niños más mayores, a partir de los 4 ó 5 años de edad, son más frecuentes las formas bacterianas.
Causas
Las causas más frecuentes de amigdalitis en niños son las infecciones víricas. Cuando están causadas por bacterias, generalmente el agente causante es el estreptococo.
Es importante distinguir entre amigdalitis vírica y amigdalitis bacteriana, porque la primera no necesita de un tratamiento específico, mientras que la segunda debe tratarse con antibióticos.
Síntomas
La amigdalitis aguda produce unos síntomas fáciles de identificar. Las amígdalas se inflaman, adquieren un color rojizo y pueden recubrirse de placas de color amarillo (pus), blanco o grisáceo.
El niño tiene fiebre, dolor de garganta (sobre todo al tragar), mal aliento, presenta los ganglios linfáticos del cuello hinchados y tiene dificultades para respirar bien. También puede haber dolor abdominal, rechazo de alimentos, etc.
Los niños mayores de tres años suelen sufrir episodios más intensos y la fiebre puede incluso subir por encima de 39 grados. En los menores de 3 años la enfermedad suele cursar con mucha mucosidad nasal.
Diagnóstico
Para realizar el diagnóstico de amigdalitis, el pediatra realizará una inspección en la boca del niño y verá que las amígdalas están enrojecidas y con manchas blancas o amarillentas.
Pero a veces es difícil saber sólo con los síntomas y signos clínicos que observamos a simple vista si se trata de una amigdalitis vírica o bacteriana, por lo que, en ocasiones, en los Servicios de Urgencia Hospitalarios se puede realizar además una prueba analítica rápida (detección de Streptococos en la faringe).
Tratamiento de la amigdalitis
El tratamiento de la amigdalitis depende en primer lugar de si su origen es vírico o bacteriano. Si es de origen viral, el organismo luchará contra la infección sin que sea necesario dar medicamentos. Si es de origen bacteriano probablemente habrá que recetar antibióticos.
Es importante que el niño haga reposo y se alimente bien. Si no puede tragar alimentos sólidos porque la garganta le duele habrá que darle alimentos blandos como purés, sopas, etc. Si la temperatura sube por encima de los 38 grados hay que darle antitérmicos para bajar la fiebre.
Utilizar un humidificador en casa puede resultar beneficioso, porque la sequedad del ambiente empeora la irritación de la garganta. Los niños más mayores pueden hacer gárgaras para disminuir la irritación.
Si el niño tiene más de cinco o seis episodios de amigdalitis en un año, o si estos se repiten durante varios años, los pediatras aconsejamos la extirpación de las amígdalas (amigdalectomía).
¿Es una enfermedad contagiosa?
La amigdalitis es una enfermeda contagiosa. En general, se transmite a través de la tos y los estornudos de las personas infectadas.
Para evitar que se contagie toda la familia, hay que mantener separados los vasos y cubiertos del niño y lavarlos bien con agua caliente y jabón. También es bueno que todos los miembros de la familia se laven las manos con frecuencia.
En general, el niño con amigdalitis puede volver a la escuela o la guardería cuando hayan transcurrido 24 horas tras iniciar el tratamiento con antibióticos. Pero no debe volver a clase mientras tenga fiebre.
¿Puede haber complicaciones?
En la gran mayoría de casos, la amigdalitis aguda se resuelve en unos días. Las complicaciones más frecuentes son las otitis y las sinusitis.
Los niños con enfermedades crónicas como diabetes, asma, trastornos cardíacos o enfermedades respiratorias deberán ser objetos de una vigilancia especial.
Si el niño con amigdalitis sufre un severo rechazo a la comida y por este motivo no puede alimentarse bien, o si sufre letargo o sueño excesivo hay que llevarlo a un servicio de Urgencias.
Por último, es importante cumplir a rajatabla el tratamiento médico: una amigdalitis no tratada o tratada de forma incompleta puede diseminarse a otras partes del organismo. Una infección estreptocócica no tratada puede producir fiebre reumática, una enfermedad que afecta al corazón y las articulaciones.
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